Larga espera

No muy extraño y de hecho bastante típico en su persona es el ser puntual en todas y cada una de las jornadas de trabajo.
Ya sea en problemas con su propia nación como a su vez el estar sentado quien supiese cuantas horas con el fin de escuchar toneladas de "palabrerías" de las otras naciones con el fin de solucionar conflictos a raíz mundial.

Kiku siempre había dudado de la eficacia de las reuniones, pero nada más por cortesía era que estaba allí, más temprano que el resto, solo y aburrido esperando a que se cumpla la hora de inicio, no tiene nada mejor que armar grullas de papel con documentos propios que ya no tienen uso.

Y así se quedo todo el rato... vaya manera de intentar hacer pasar el tiempo de forma más rápida.

Miro el elegante reloj antes de guardarlo en el bolsillo de su chaqueta. Suspiro un como cansado al imaginarse comos seria la reunión de esta ocasión. Seguramente Alfred propondría alguna idea totalmente fuera de la realidad mientras que él lo desaprobaría lo cual haría que Francis expresara que no esta deacuerdo con ninguno y empezarían a pelear. Aunque en el fondo le gustaba pelear con sus aliados y enemigos debía admitir que era llegaba un punto donde no los soportaba más y preferiría estar en su casa bordando y tomando té mientras hablaba con las hadas.

Sin darse cuenta ya estaba frente a la puerta de la Sala de reuniones, con bastante calma abrió la puerta y entro al lugar. Lo primero que vio fueron las numerosas sillas vacías, todo estaba en calma. Después de un minuto se percato que Kiku estaba ahí, armando grullas de papel.

“Buenos días, Kiku” dijo con su voz suave mientras caminaba en dirección a su puesto en aquella sala.

Prácticamente iba realizando su tercera grulla de la mañana cuando la puerta se abrió, pensando en que quién la cruzaría sería el mismísimo Ludwig que como de costumbre colocaba la orden en las juntas.
Aunque para su desgracia, se había equivocado y quien era el que llegaba a la sala no era más que cierto británico.

Le miró entrar y movió su cabeza ligeramente para hacer una reverencia, nada especial, solamente respeto.
Y luego se dedicó a seguir armando su grulla lo bastante concentrado pero que de todas maneras tampoco suponía que eso era una razón para impedir una conversación con el rubio antes de que los demás llegasen, si es que lo hacían.
Últimamente no le sorprendía que varias de las reuniones se cancelacen por poca o nula asistencia a ellas.

"Muy buenos días Arthur-san, ¿Qué tal ha sido su mañana?"

Cuando se sentó en el lugar que le correspondía en la sala de juntas, escucho como Kiku respondía. Si bien lo había saludado por educación, no esperaba que el japones quisiera iniciar una conversación. Dejo varios papeles y unos libros sobre la mesa para centrar su atención en él.

“Un poco agitada” dijo recordando lo difícil que había sido salir de su casa. Hizo una pausa antes de seguir hablando. “Y como ha sido tu mañana Kiku?”

"Relajada como siempre."

Quizás eso fuese decir poco, o un sinónimo de aburrida como solían ser todas sus mañanas absolutamente todos los días.
Aunque reconocía que los aires se movían un poco más cuando se reencontraba con sus compañeros del eje de vez en cuando, hablando fuera de toda conferencia mundial claro estaba.

Su última grulla fue terminada casi sin problemas, perfecta al igual que las otras dos, fue colocada sobre el escritorio en el lado, mirandolas de vez en cuando, recordando viejas tradiciones de su nación.
Mil grullas iguales traen buenos deseos pero si su memoria ya fallaba, actualmente por aburrimiento y casi por inercia, perfectamente habría hecho más de mil sin obtener algún resultado, prácticamente todo era igual y no sabía si alegrarse o frustrarse por ello.

Se percató del silencio que se había creado y nuevamente volvió a hablar.
"Me pregunto... si los demás han sido avisados respecto a esta junta,suele ocurrir que de repente no se avisa y el viaje termina siendo en vano, ¿Qué cree usted?"

Después de la respuesta de Kiku hubo un molesto silencio. A veces creía que aun tenía alguna especie de resentimiento por algún conflicto. Deseche esa idea cuando escuche nuevamente cuando Kiku comenzó a hablar.

“Todos fueron avisados, solo espero que recuerden que hay reunión y no lleguen tan tarde” suspire antes de seguir hablando “Como los ultimas reuniones fueron un fracaso, en esta ocasión se tomaron en cuenta los errores cometidos….Solo espero que podamos solucionar algún problema”

"eh?" exclamo el Italiano al ver a la distancia a su amigo Japon [Nihon] acompañado por Inglaterra [Igirisu]

"Ciao~!" Grito con Euforia al verlos y se alegro de saber que no seria el ultimo en llegar "Italia Reportandose a la conferencia" Dijo con su tipica expresion de pereza en el rostro mientras ponia su mano derecha; su en la frente como gesto de saludo

"Ojalá y así se--"

El japonés no alcanzó a terminar de hablar cuando vió cruzar por la puerta a uno de sus compañeros, el despreocupado y peculiar Italia.
Kiku no hizo nada más que sonreírle al Italiano, tratando de indicarle, de paso que tomase asiento al igual que Arthur y él.

"Esto no es algo que me esperaba, buenos días Feliciano-kun." Sonaba raro, pero ya estaba acostumbrandose a tratar por el nombre a las demás naciones y aunque le costase creerlo, bastante atónito le dejaba el hecho de que el Italiano llegase temprano.

"Así como va la hora, posiblemente puedan llegar algunos más."

"Ohayoo Kiku" dijo esbozando una perezosa sonrisa "ah! y tambien buen dia para ti Arthur" El Italiano se dispuso a tomar asiento cuando de pronto recordo algo terrible."ehh? Kiku, kiku??" pregunto entre sollozos ,tipicos de el. "dime porfavor que no he llegado tarde y todos se fueron" dijo mirando a todos lados "sabes hoy no comi pasta para evitar llegar tarde y aun asi creo que lo he hecho, si hubiera sabido que llegaria de todos modos tarde habria comido aunque sea un poco de pasta" Continuo con su berrinche de niño pequeño sin nisiquera dejar que le respondieran "PASTAAAA" grito callendo dentado en su silla.

Entro en aquella gigantesca sala un poco nervioso al saber que sería su primera vez en asistir a una de “esas” pláticas importantes. Jamás se le hubiese ocurrido que le convocarían, por eso, cuando había sido informado que tendría que asistir, no pudo más que imaginar que todos le verían de pies a cabeza...evaluándole.

Pedro suspiro, al saber que hacer todo eso, era parte de su trabajo. Comprendía en sobre maneta que debía buscar un método factible para poder estabilizar de alguna forma la economía incierta que vivía su gente. Ya fuera por medio de Alfred –que sabía que estaba en la misma situación-, o de alguna forma… hacer buenas amistades con los demás países europeos. Porque él comprendía… que su economía era una de las mejores.

Se rasco la cabeza con nerviosismo al entrar a la sala, busco a Alfred con la vista. Al no encontrarlo, simplemente busco esperanzado a alguien que le ayudase a entender lo que pasaba a su alrededor. Trago un poco de saliva, al ver a Kiku –un amigo que siempre venia a visitarlo o a dejarle algún presente- platicando con otros dos sujetos que no conocía del todo. Uno de ellos era rubio, el otro tenía una cara muy “relajada”. Se dio valor, y con acento educado hablo:

—Espero no interrumpir… Buenos días Kiku –le dijo-, y… -se cayó por unos momentos, esperando que aquellos dos sujetos dijesen su nombre….

Se hubiese quedado ahí intentando explicarle la situación a Feliciano respecto a que había llegado temprano, pero de por sí el Italiano no hacía nada más que lloriquear , lo que le dificultaba un poco la tarea.
Kiku suspiró y vió a Arthur unos segundos, intentando darle a entender si es que podía en una de esas hacer que el agradable silencio volviese a la sala.

Justo ahí apareció una silueta familiar, se veía incómoda. ¿Cómo no estarlo siendo la primera vez en una conferencia?.
Vió entrar al joven Mexicano y sonrió amablemente, no había razón como para hacerle el desconocido y le invitó a acercarse con un gesto de mano.

"Buenos días Pedro-san, usted también ha llegado temprano en su primera vez aquí.No se preocupe, aún esperamos al resto."

Al ver que alguien mas habia llegado Feliciano detuvo su llanto- "eh? alguien mas.. pero entonces no fui el ultimo en llegar?" Kiku parecia tranquilo ante toda situacion asi que trato de ponerse serio y dispoerse a presentarse ? "buenas tardes" Dijo mirando al joven que habia ingresado a la sala.

"Mi nombre es Feliciano Vargas y represento al Norte de Italia" aunque la seriedad duro unos breves segundos para Feliciano era dificil no poner su cara de despistado

“Buenos días Feliciano”- dijo amablemente, escondiendo su confusión. Era demasiado extraño que el italiano fuera uno de los primeros en llegar. Como si hubieran escuchado su pregunta, el italiano comenzó a narrar el porque había llegado a esa, para después llorar.

Poso su mano en su frente como signo de resignación ante la actitud de Feliciano. Entonces se percato de la mirada de Kiku, suspiro, ya que eso significaba que debía ayudarlo a calmarlo.

Cuando iba a hablar, entro alguien más a la sala de conferencia. Alguien nuevo, un tal Pedro López , estaba seguro que lo había visto en varios informes. Obviamente no iba a revelar sus fuentes.

Al notar que no sabía su nombre y el del Feliciano, se molesto un poco. Como era posible que asistiera a una reunión sin siquiera informarse adecuadamente con quienes iba a compartir y debatir temas importantes.

“Buenos días Pedro López” dijo nuevamente con amabilidad “ Soy Arthur Kirkland, representante del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda” hizo una pausa antes de seguir hablando “Espero que en el futuro, se informe más sobre quienes asisten a esta reunión y los temas que se van a tratar”

Se levanto de su asiento dejando los papeles y libros en el escritorio para ir a un extremo del salon. Realmente necesitaba una taza de té.

Pedro le sonríe a Kiku de manera mucho más relajada al escuchar su respuesta.

—Kiku, gracias, saber que estas me hace sentir más relajado –dice-. Un placer y un gusto conocerlo Feliciano

El moreno le toma la mano amablemente, y la agita emocionado, al ver la cara tan simpática que pone, él le devuelve el mismo gesto, sonriéndole…

—Lo siento, -informa, ante las palabras del joven rubio, que no deja de mirarlo un poco enfadado.

Pedro intenta no sentirse nervioso, pero… sabe perfectamente el carácter tal volátil del joven ingles. Suspira un poco al escuchar el regaño, y es entonces que recuerda; las advertencias de Alfred sobre él.

—Tomare en cuenta su comentario Arthur…. creo que le preguntare mucho más a Alfred de todo esto –comenta más para sí mismo al tiempo de acomodarse su cómodo zarape sobre su hombro-, y… ¿Has visto a Alfred, Kiku? –pregunta menos tenso-

Sonrió, orgullosamente mientras entraba. No habia casi nadie. Y mejor aun, no habia llegado Alfred aun. Per-Fec-To.

- Oh, Buenos dias, Pedro. ¡Kiku! Que sorpresa verte, esta acostumbrado a que llegaras temprano pero no tanto... Arthur, Feliciano.

Saludo a los ultimos con una leve inclinacion, no habia llegado a conocerlos lo suficiente...aun. Se sentia a gusto en esta clase de lugares. Era los pocos en los que podia desquitarse de aquellos que le trataban mal de una u otra forma.

Ademas, podia agradecer que los pocos que estaban, eran los contados con lo que se llevaba "bien" o por lo menos, no se odiaba. Luego de saludar a todos los presentes, se sentó, descuidadamente, en una de las sillas. Reclinandose un poco, cerró los ojos. Preparando la bronca que le echaria a Alfred cuando llegara.

Pedro se sentó cómodamente junto a Kiku, pero al escuchar la voz de uno de sus conocidos, se viro para mirarlo a la cara.

— ¡Manuel! –Exclamo emocionado-, no sabía que vendrías… -prosiguió- Hace mucho tiempo que no te veía… -se paró de su lugar, y corrió a darle felizmente un abrazo- Manuel… -susurro-, espero que no peles con Alfred, porque luego… No hay quien lo aguante –termino de decirle-

- Claro, olvidaba lo cercano que eres a el.
Dijo lo ultimo con un tono de resentimiento y molestia, nada disimulado.

-Y si yo le dijera algo, es porque se lo merece. De lo contrario no se lo diria. ¿Es que no ves que el solo quiere utilizarte?

A veces, realmente no podia entender a su amigo. ¿Como podia seguir tratando a una persona como Alfred? Pero, en el fondo, sabia que ese rencor que sentia por el, era algo estupido. Y tal vez...Solo tal vez, le molestaba que Pedro y Alfred se llevaran tan bien porque...Estaba celoso. Suspiro, apartando esas ideas de su cabeza.

Al escuchar la respuesta de Manuel, el joven moreno tosió con nerviosismo.

—No se… no se de lo que me hablas –respondió, mirando hacia otro lado-, en verdad… No saques conclusiones… Alfred es… es…

Pedro se quedo en silencio, mirando los ojos negros del chico… dio un abatido suspiro al escuchar el tono que Manuel usaba para referirse a tonto de Alfred.

—Él no me utiliza Manuel… Es solo que… -el joven se rasco la cabeza, para después desacomodarle su cabello de forma paternal, Pedro le sonrió-, nunca vas a cambiar tu opinión con respecto a Alfred, ¿no?

-Oh,no, mientras el no cambie, no lo hare yo. Y ahora, si me disculpas.

Se puso en pie, esa conversacion le habia puesto muy, muy de malas. Necesitaba salir, tomar aire fresco o ... lo que sea, pero distraerse. Camino con seguridad hacia la puerta, que abrio de golpe, y se lanzó, sin fijarse si habia alguien del otro lado. Y como el demonio trabaja de formas crueles, si habia alguien. Peor aun, era El.

Todo parecio transcurrir en camara lenta, el estrellarse contra su pecho, el sentir el caracteristico aroma del otro y... pues apartarlo de un golpe. Y mirarlo asustado, como un animal desesperado, que sabe la trampa pero igual va a por la comida. Por un segundo, recordo el tiempo en que Antonio se ocupaba de el, de guiarlo y enseñarle, pero... Esos tiempos habian pasado, dejando solo resentimiento.

- ¡¿Que mierda te has creido?! ¡Fijate por donde vas, gallego de mierda!

Miró al reloj de su muñeca cuando hubo llegado a la puerta, intentando normalizar su respiración. Había salido pitando de su casa, alarmado al fijarse en la hora que era. Ahogó un suspiro. Pero por lo menos había llegado de una pieza. Inspiró hondo y se puso su mejor sonrisa, dirigiendo la mano al pomo de la puerta.

-¡Siento llegar tar...!

No, si definitivamente, saltar del sofá como si le hubieran pinchado el culo, no le había servido para nada. Encima que había sacrificado diez minutos de su siesta -¡diez gloriosos minutos!-, se tenía que destrozar el pecho por algún descerebrado que iba corriendo sin mirar. Y luego decían de él.

-Joder -dejó escapar, esbozando una sonrisa casi inmediata, a pesar del dolor-. Perdona, ¿estás... bien? -parpadeó, al fijarse en quién era-. ¿Manuel? ¡Manu! -exclamó, dedicándole una sonrisa radiante, intentando ocultar el nerviosismo-. Bueno, bueno, cálmate -rió por lo bajo, tratando de calmar el mal humor del venezolano. ¿De dónde había sacado tanta mala leche? Seguro que de él, no.

Ensanchó la sonrisa al escuchar los insultos del más pequeño.

-Venga, hombre, tranquilo. ¿Ves? De los nervios que tienes, hasta se te olvida la geografía -dijo, riendo alegremente. Le palmeó escuetamente la cabeza, casi con burla-. Te recuerdo que soy español, no gallego. Galicia se enfadará si se entera de que la utilizais para insultarnos. Y no la quieres ver enfadada, ¿verdad? -y volvió a sonreír, todo dentadura-. Sudaca -masculló entre dientes, sin perder la mueca falsamente alegre.

Más gente aparecia y llenaba la sala, algunos que nada más conocía sumamente poco pero de igual forma eran importantes en la conferencia.
Ni siquiera se molestó en que el mexicano se sentase al lado y prefirió dejar de hacer grullas, guardándolas bajo la mesa para que no fuesen algo distractor.

Ahora lo que se preguntaba... ¿Por qué rayos todos estaban pendientes de la llegada de Alfred?.
Kiku suspiró e intentó responderle a Pedro que más bien parecía concentrado en su reencuentro con algún amigo.

"Alfred-san quizás llegue tarde, estamos hablando de él." Susurró para después callarse y mirar a los demás durante unos segundos, sin mucho interés.
Luego le llamó la atención la entrada de Antonio y su "escenita" con el amigo de Pedro y nada más optó por saludar.

"Buenos días a ambos, Manuel-san , siento no haberle saludado antes, aunque creo que se me ha hecho costumbre llegar temprano a todas partes." Hizo una pequeña pausa. "Tambien es un gusto verle a usted Antonio-san, siéntese tranquilo, al parecer aún no hay demasiadas intenciones de que la conferencia comience."

- ¿Que has dicho?

Se acerca amenazadoramente - o por lo menos, asi lo considera el- al mayor. Levanta un dedo frente a su rostro, poniendose en puntillas para alcanzar una altura medianamente parecida a la del otro.

- Mira, no me vas a venir con tus mierdas facistas. No estoy dispuesto a seguirte aguantando.

Se detiene en seco al oir a Kiku, voltea y sin decir nada, se sienta en el primer asiento libre que ve.

- Lo siento, es que hay gente, que no quiere cooperar.

Intento sonreir igual que Antonio, con catastroficos resultados, asi que vuelve a tomar su expresion de puchero y se enfurruña (Es como...acongojarse. Ponerse todo " jooo T3T" pero del malhumor en lugar de por la tristeza ) en su asiento. Dirigiendo miradas rapidas a Antonio, de vez en cuando...

Vio a Manuel darle la espalda. Pedro trato de decirle palabra alguna para objetarle, pero, tal pareciera que se quedaban trabadas a media garganta. Él lo sabía. Comprendía todo lo que pensaban sus hermanos… Pedro no podía culparlo, al sentir que los había traicionado por estar cercar de Alfred.

—… Manuel… -le siguió-… espera… -le dijo, antes de ver como chocaba contra alguien que recién entraba a la sala-

Se quedo en silencio, mirando la reacción de su amigo del sur. ¡De todas las personas que podían entrar! ¡Era precisamente él quien tenía que ingresar!

Suspiro más aliviado al escuchar la respuesta que le daba a Manuel.

—Yo, a veces también los confundo un poco… -hablo con voz relajada-, será que todos nosotros tenemos mala ubicación, ¿no? –Sonrió, al ver como Manuel miraba a Antonio-

Hace muchos años ya que no veia al español. Y, si para Manuel habían sido años, para Pedro habían sido….probablemente siglos.

—Hace tiempo que no te veía, Antonio –le dijo con voz tranquila, se viro para ver a Kiku que los observaba en silencio. Rio con cierta vergüenza por su espectáculo, cuando le escucho hablar, sintió que no había sido tan vergonzoso como había pensado-. Lo sé, Kiku. Alfred y su complejo de héroe… Nunca va a cambiar… -el moreno volvió a mirar al español directamente a los ojos. ¿¡Cuánto tiempo había pasad desde que no ver aquellos hermosos ojos verdes!? Pedro no lo sabía… Sonrió un poco más alegre-. ¡Creo que esta reunión amerita una gran fiesta, Manuelin! –exclamo mucho más relajado-

Retrocedió un paso, adelantando las dos manos con una sonrisa nerviosa.

-Eh, tranquilo, tranquilo, no he venido a buscar bulla. Si yo no me meto contigo, lo justo es que tú no te metas conmigo, y de paso con mi gente. -le miró, contrastando la amabilidad de su rostro con su mirada endurecida. Aunque sólo unos instantes, claro. No era persona de enfadarse por nada.

Miró por encima de la cabeza de Manuel a Kiku, levantando una mano en señal de saludo acompañado de alguna frase animada.

Se giró para seguir hablando con el venezolano (¿qué? Era divertido. Además, hacía mucho tiempo que no se veían.), pero se encontró con otra cara. Su eterna sonrisa vaciló un momento.

-Pedrito -se le escapó en un murmullo. Suavizó las facciones con nostalgia al intentar recordar cuánto tiempo hacía que no le llamaba así.

Agradeció que el mexicano dijera algo. La cara de bobo que se le había quedado seguro que hubiera pasado a la historia de haberse quedado así más tiempo.

-¿Fiesta? ¡Venga! -exclamó, con el rostro iluminado-. Qué pena que no traiga mi guitarra... -añadió para él, frunciendo el ceño levemente.

Pedro no puedo evitar sentirse un poco incomodo al escuchar de nueva cuenta el diminutivo de su nombre. Nadie, excepto Alfred le llamaba de esa forma, y cuando lo hacía, plenamente le objetaba que no se dirigiese de esa forma.

Él sabía que no era que no le gustara, sino, que ese “apodo”, le hacía sentirse extrañamente pequeño, y más cuando aquel nombre venia de aquel sujeto que se lo había puesto en su momento de culturalización.

—Aun… ¿la tocas? –pregunto curioso, al ver la respuesta tan jovial que hacia el español-, sería divertido escucharla de nuevo… -continuo hablando-, ¡En verdad quiero escucharla de nuevo! –exclamo mucho más animado-, ¿¡Verdad, Manuelin!? –Pregunto curioso al tiempo de acercársele a Antonio, y estirarle la mano en forma de saludo-, Me alegra verte de nuevo…