Visita Especial, D.F

Correspondió al beso inmediatamente explorando con familiaridad aquella conocida boca, sonriendo mentalmente ante el roce de sus lenguas y atrayéndolo más contra si en una búsqueda de mayor contacto.

El mundo se movió extrañamente cuando sintió el cambio de perspectiva ante el empuje y su caída; sintió su espalda dar contra la cama y se mantuvo algo desconcertado por unos segundos, observando en silencio la mirada perspicaz del mexicano. Sonrió cuando el otro se acercó y con aquella característica sensualidad comenzó a desabotonar su ropa. Su sonrisa se hizo más prominente ante sus palabras.

"Atrapar?" Una de sus manos acarició el rostro del otro. "Me pregunto si soy yo el atrapado..."En un rápido movimiento enganchó sus piernas con las del más bajo y los dio vuelta, dejando al latinoamericano debajo, se acercó para morder su oreja y susurrar contra ella."Quién es el atrapado ahora?"

Sonrió al percatarse del recién juego que él y el rubio tenían, de eso en los cuales… Uno se sometía, y el otro se dejaba someter. Pedro le miro a los ojos. Esos ojos color azul que le hacían preguntarse si no reflejaban el mismo cielo. Le acaricio el rostro, antes de acercase a su oído y susurrarle su respuesta:

—… Eso… es un secreto…

Le volvió a besar, adentrando sus manos en la ropa del americano, desprendiendo la chamarra que le cubría el traje que siempre llevaba puesto, enredo sus piernas con las del joven, y suavemente dejo que el otro le tocara, le saboreara y le disfrutara como más la pareciera.

—Es… delirante, saber que me has capturado, señor héroe –le dijo con sorna-, algunas veces… Eso es lo emocionante, ¿no?

[Pd: perdona que me tardara ka chan, pero, andaba enferma, y no me dejaban entrar a la pc... TOT, ¿me disculpa, ne?]

Sintiendo el beso y las insistentes manos del mexicano en su ropa, decidió no quedarse atrás y sus manos desabotonaron su camisa, para una vez terminada la tarea recorrer su cálido pecho con sus dedos, a la vez que mantenía el beso y invitaba a la lengua del más bajo a jugar con la suya, en vez de intentar dominar el beso; poco después cortó el beso cuando fue necesario el aire, respirando contra su cuello.

"Si... es cierto." murmuró antes de morder su cuello suavemente. "Es una de las cosas que me gustan de ti" dejó escapar.

—El que Alfred, ¿Qué me deje atrapar? –respondió con acento teatral de sorpresa.

Se encontraba medio desnudo, su playera estaba siendo subida por las manos del rubio, quien al mismo tiempo recorría su cuerpo con una peripecia familiar. El se excito en seguida, ayudado por el deseo insano que se desprendía cada vez que era besado por Alfred.

Sintió el suave aliento del joven sobre su abdomen, haciéndole estremecer hasta la medula. Aferro sus manos en la cabellera rubia…

-Al…Alfre… -pronuncio con agonía-… Yo… -se sonrojo-… Alfred –sus ojos brillaron de emoción contenida ante la forma tan sutilmente tortuosa en que siempre le hacia el amor sin saber, Pedro se mordió el labio inferior por el torrente de emociones que sentía en el momento-… Alfred… -volvio a susurrar antes de tomarle del rostro y besarle de nueva cuenta.

Quito aquella chamarra de cuero alargada que llevaba, aventándola con cierta fuerza fuera de la cama, poco después, quito aquella playera blanca que llevaba el americano…

—Esto… Esto, ¿es lo correcto, verdad? –pregunto, temeroso de la respuesta negativa que podría recibir él.

Se rió levemente ante sus palabras.
"Mas bien me refería al dinamismo" Se extrañó a si mismo de pensar en una palabra como aquella, pero al sentir el agarre y la necesidad que demostraba, en su cabello olvidó lo que estaba pensando y se perdió un poco más en el momento, podía sentir el deseo de ambos casi tangible en el aire.

Correspondió al beso dejando que sus manos recorriesen el cuerpo del más bajo casi inconscientemente; se separó y sonrió cuando el otro se adelantó a retirar parte de su vestimenta, ayudandole en la tarea de desvestirlo y después retirando la playera del más bajo con prisa, buscando exponer más a sus manos ambiciosas.

Correcto?

"Correcto..." Repitió un momento, para luego besar la mejilla del otro con una suavidad que no era muy de esperarse de él. "No se que sea correcto y esas cosas... pero... quiero estar contigo." dijo simplemente. Alfred siempre había sido directo y egoísta."Si quieres estar conmigo también, entonces debe ser lo correcto" aprovechó el momento para acercarse a besar su cuello.

Después de todo, ¿Para que necesitaba la lógica?

Lo comprendía.

Lo intuía.

Lo sabía por completo.

Y aun así, el deseaba escucharlo de sus labios. La ultima pregunta podría haber sonado demasiado rebuscada, y afloraba de ante mano sus peores temores, pero, ¿Qué era él sin sus dudas?

Pedro le sonrió ante tu respuesta tan de egoísta y sincera. Aquella forma de ser, y otras cualidades que sabia que tenia el americano, le hicieron ver que Alfred a pesar del tiempo que no había estado a su lado… seguía siendo él mismo.

Busco con desesperación no cuestionarse más, y de nueva cuenta se perdió en la emoción de excitación que le producía la boca del chico sobre su cuerpo moreno.

Dejo escapar un sonoro gemido ante el beso de su cuello. Los labios carnosos, y las manos del joven le exploraban sin vergüenza, él solo respondió al susurrar su nombre, y dejar escapar gemidos entrecortados.

—Sabes que es lo que más deseo… ser tuyo… -respondió suavemente.

Sintió como su temperatura aumentaba con rapidez, el olor de la colonia de su acompañante se mesclaba de forma sincrónica, haciéndole reaccionar sin saber…

—Alfred… -le llamo de manera angustiosa.

Estar con él era como juntarse en la superficie de las cosas, en donde no había profundidades, ni alturas, ni bueno ni malo, sino tan sólo locura de tocarse… de excitarse… de amarse…

Le abrazo, recorriendo con la punta de sus dedos la grande y varonil espalda del rubio, mordisqueando con su boca uno de sus hombros al sentir como su pequeño miembro se erguía entre su pantalón de forma angustiosa. ¿Acaso Alfred no se daba cuenta de lo que le producía su solo toque? Pedro se mordió sus labios con fuerza, al saber que posiblemente Alfred no lo intuía.

Si podía destacar algo por sobre todas las cosas, del por que le gustaba compartir con el latinoamericano, probablemente sería el sentimiento de libertad que podía sentir aun estando con el otro; Alfred amaba evadir las responsabilidades.

Escuchó sus palabras y sonrió contra su cuello. Posesividad. Mordió la piel bajando un poco para trazar un camino hasta su pecho, donde continuó con las caricias, evitando el jugar demasiado concentrándose en explorar al más bajo y transmitirle el deseo a través de sus toques. Mordió un pezón levemente antes de sentir las manos de Pedro en su espalda. Se apartó de su pecho para acercarse y tomar una de esas manos, besando su muñeca.

Sonrió traviesamente.

"Pedro..." Murmuró como respuesta a las veces en que el más bajo habia dicho su nombre. Su mano libre descendió por el cuerpo del otro, posándose contra el cierre de su pantalón sintiendo ya el nivel de excitación del otro. Un escalofrío recorrió su cuerpo a la vez que sintió su temperatura aumentar junto a la ansiedad.

Gimió.

Al sentir que sus pezones empezaban a reaccionar por las lamidas que el otro le daba.

Se irguió de forma desesperada, esperando que la lengua caliente que le recorría sensualmente, pudiera hacerle apagar esa sensación de querer más y más de ella…

Jadeo.

Al ver como el chico encima de si, empezaba a jugar entre sus pantalones.

Pedro gimió de manera placentera, al sentir como su calor corporal se sincronizaba con la mano de Alfred. Él le estaba empezando a masturbar de forma tortuosa y delicada. Le mordió el lóbulo de una de sus orejas el saber que el joven se entretenía con su sexo que poco a poco empezaba a cobrar más vida.

Se relamió los labios inconscientemente al saber que pronto él seria de Alfred. Pedro volvió a gemir, ante la sola idea de comprender que pronto le tendría dentro de si mismo, eso a él le excitaba demasiado…

¡Él estaba hambriento de Alfred! Y, sabia que Alfred también le deseaba…

Pedro quería saborearlo, degustarlo, acariciarlo, pero sobre todo amarlo, ¿Acaso era un pecado desear de esa forma a Alfred?

Sus manos que aun recorrían la espalda del americano, empezaron a bajar poco a poco, hasta llegar a donde en encontraba aquella prenda molesta…

— ¿Puedo? –pregunto, sonrojado al tocar el cinturón de pantalón.