Caminar podía ser considerado algo eterno pero ya estaba acostumbrado y esperaba a que para el británico no significase una molestia alguna.
"Por aquí están los cerezos." Mencionaba mientras señalaba los susodichos árboles con los botones de su flor sin abrir por montones y si eso no bastaba, se podía mencionar los varios espíritus que jugaban entremedio de las plantas.
Especialmente los de animales, visibles como los kudakitsunes o los perceptibles a ojos desarrollados como los de Arthur (?). Aún si no pudiese verlos, el japonés estaba contento de tener de visita a Arthur por su casa.
"Los kudakitsunes me contaron varias veces que le simpatizaban, parece que tiene un encanto con las criaturas mágicas." Sonrió al tiempo en que los espíritus curiosos se acercaban al británico para recibirle alegremente.